(apartado de la sociedad),
la versión contemporánea
de los viejos hermitaños,
el pionero de la vida virtual.
El hikikomori es una especie de prisionero de la realidad tecnológica y socio económica del Japón. Es una víctima de la más cruda fobia social masiva que hayamos podido conocer en los jóvenes de todo el planeta Tierra... Es un auto excluido de la vida real, quien se sumerge en la vida virtual que le proporcionan la televisión, los video juegos y la Internet, para evadir la verguenza pública del fracaso experimentado en sus estudios formales, a causa del impacto psico social de la competitividad salvaje que reina en Japón por la supervivencia socio económica, la cual se manifiesta desde que el niño pre adolescente ingresa a la escuela que lo prepara para la universidad.
¿Son responsables los padres
del hikikomori de la fobia social
que enclaustra a su hijo?
Esta prisión social que se auto imponen los jóvenes y que puede durar dos, tres, cuatro y hasta diez años de su vida, es también una cárcel para sus padres, especialmente para las madres, quienes permanecen apacibles esperando que sus hijos salgan del choque psico social que les origino la fobia.
Vea en VidaVideo: Hikikomori Jóvenes Invisibles
En realidad, los padres y las madres constituyen los principales generadores de la fobia de sus hijos, por las presiones a que les someten para que asciendan en la escala de la educación formal con los más altos niveles de excelencia y alcancen en el futuro una buena oportunidad laboral en la competitiva industria japonesa.
Las familias japonesas asumen con paciencia y verguenza el retiro del mundo físico de sus hijos, que comienza por el auto encierro en su habitación, con la pérdida del contacto visual y verbal en el propio seno del hogar y que, en algunos casos, finaliza con el suicidio.
Estos muchachos apenas si cruzan palabras con sus madres y por lo general no se dejan ver de ellas, de sus padres ni del mundo. Sólo ven la vida en imágenes de televisión, video juegos e Internet.
En la actualidad existen en Japón más de un millón de estos jóvenes hikikimori y la cifra tiende a aumentar cada vez más, con el riesgo de alcanzar graves características de epidemia social.
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